miércoles, 24 de febrero de 2016

POR QUÉ LOS CUENTOS DE PRINCESAS NO SON ACONSEJABLES PARA TUS HIJOS

Este artículo, publicado en la versión digital de ABC el pasado 6 de Septiembre, está firmado por Inma Zamora y recoge una serie de opiniones que, al parecer, están cada vez más extendidas. Todas giran en torno al eje central que es: “la sociedad es machista y los cuentos populares lo favorecen”. Como el tema se trató en clase y me sorprendió tanto he decidido valorar críticamente este artículo en el que he encontrado tanto argumentos con los que coincido como con los que no.

La periodista crea una breve introducción del tema hablando del “Síndrome de la princesa” que popularizó la doctora Hardstein y de dos editoriales de América Latina que han lanzado una colección de títulos llamada “Antiprincesas”. Posteriormente transcribe una conversación con Rebeca Cordero en la que da su opinión sobre este asunto.

Reflexión personal:
Para introducir mi opinión creo que es necesario entender mi contexto socio-personal  evitando así confusiones y mal entendidos. En mi familia somos cuatro hermanos de los cuales dos son chicas y dos somos chicos pero mi hermano ya no vive con nosotros por lo tanto existe una mayoría de mujeres en casa. He crecido viendo como algo normal que mi madre mande en casa y que mis hermanas sean muchísimo mejores estudiantes que yo. Para mí eso es algo totalmente natural desde que tengo uso de razón asique cuando me dicen que las mujeres son más válidas que los hombres en algunas cosas me resulta una obviedad. 
Mi madre es, posiblemente, la persona más inteligente que conozco y ha sabido compaginar a la perfección su vida laboral con la familiar y ha sido y será siempre un ejemplo a seguir para mí. Además de eso, tengo novia desde hace casi tres años y llevo enamorado de ella más de ocho. La quiero muchísimo, la respeto y la valoro por ser como es y no me canso de repetírselo y demostrárselo. Está estudiando un doble grado de ADE con Derecho y, una vez más, es muchísimo mejor estudiante que yo y lo más probable es que el día de mañana gane bastante más dinero que un profesor de Primaria. Estoy encantado con la idea y no veo nada raro en ella asique, habiendo creado una idea de mi contexto, creo que es evidente que mi relación con el sexo femenino es saludable y basada en el respeto y la admiración.
Después de esto, he de aclarar que me han leído desde muy pequeño cuentos tradicionales y he crecido viendo películas de Disney. De hecho, mi película favorita es “La bella durmiente” y he de decir que para nada ha generado en mí misoginia ni menosprecio hacia la mujer. Todo lo contrario: si yo saco una conclusión de esa película es que la mujer es algo a lo que hay que cuidar y proteger, no porque sea débil o esté indefensa sino porque es lo que es lo que se hace cuando quieres a alguien. He crecido siendo cuidado y protegido por una mujer (mi madre) que me ha demostrado con el ejemplo que se puede ser perfectamente respetada y valorada como hace mi padre pero que también le gusta que le cuide y proteja cuando lo necesita.

En definitiva, mi opinión es que se educa por contagio. Un niño es el fiel reflejo de lo que ve en casa y en la escuela y la literatura es un complemento a esta educación. Por muchos cuentos que lea en los que la mujer tiene el poder y el dominio sobre el hombre, si su padre pega a su madre o si su maestro tiene actitudes machistas, el niño va a ser un misógino y un machista. Igual que ocurriría en el caso contrario: si crece leyendo cuentos tradicionales (que reflejan la sociedad patriarcal en la que se escribieron) pero está inmerso en un ambiente de respeto y de valorar a la mujer por lo que es, el niño tendrá una relación saludable con el género femenino.

Una vez entendida mi postura, creo que es evidente que mi opinión no coincide mucho con la del artículo pero siempre (absolutamente siempre) existe algo bueno y hay que saber admitirlo. Por ejemplo, la doctora Jennifer L. Hardstein habla del “Síndrome de la princesa” como un trastorno negativo y peligroso y estoy seguro de que su intención es empoderar a la mujer pero creo que, sin quererlo, está discriminando a todas aquellas niñas que quieren ser princesas. Igual de válido es querer ser jugadora de fútbol como es querer ser Blancanieves y este tipo de terminología puede inducir al desprecio de estas niñas. Lo mismo opino de la colección “Antiprincesas”: si son cuentos que no tratan el tema de las princesas tradicionales me parece muy bien, pero no crees una idea negativa de ellas ya que puede transmitir a los lectores de estos cuentos repulsa hacia todas aquellas niñas que sueñan con ser la Cenicienta o Rapunzel.

Lo mismo me ocurre con Rebeca Cordero que considera que esta literatura infantil “influirá de manera decisiva en el comportamiento de nuestros hijos”. Esta es la idea que considero más errónea ya que, en mi opinión, más importante que la literatura que consuman los niños es la educación que reciban. La formación en valores y el ejemplo que reciban será el pilar fundamental de su educación y la literatura una mera herramienta de apoyo de la cual los padres y maestros podemos y debemos servirnos. Discriminar la literatura tradicional por ser patriarcal es como desechar la filosofía griega por ser una cultura puramente misógina: una barbaridad. Existen muchísimas enseñanzas positivas y es nuestro deber como futuros maestros y padres saber extraerlas y mostrarlas para apoyar nuestro ejemplo de respeto y admiración por la mujer.

Fdo: Álvaro Lamana Ibáñez

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